Sandra Roxana Lobo Juárez lloró antes de escuchar ayer la sentencia que la condenaría a ocho años de prisión por el homicidio de Abel Ramón Navarro.
En el requerimiento de elevación a juicio se había considerado que Lobo Juárez había sido una participe necesaria en el asesinato y que, en realidad, el autor del crimen era Hugo Oscar Barrera, su pareja. Sin embargo las pruebas que se presentaron en el debate oral no fueron suficientes para el fiscal de Cámara Daniel Marranzino que decidió imputar el homicidio a la condenada y no hacer ninguna imputación contra Barrera.
En la exposición de su alegato, Marranzino se basó en las pruebas médicas realizadas por los forenses que determinaron las causas que provocaron la muerte de Navarro. En su valoración de los hechos que ocurrieron la madrugada del 15 de diciembre de 2012, alrededor de las 0.10, en Justo de la Vega al 1.500, el fiscal sostuvo que la víctima recibió una herida de arma blanca en el pecho que le provocó lesiones en el corazón y en un pulmón.
El representante del Ministerio Público también señaló que las pruebas de sangre que se le practicaron a la víctima demostraron que estaba alcoholizado y que ese estado de ebriedad le provocó una pérdida de motricidad que, según su planteo, habría equiparado la diferencia de fuerza física entre Navarro y Lobo Juárez que mantuvieron una pelea que derivó en el asesinato. “La imputada no actuó bajo una legítima defensa. Por eso vamos a solicitar una pena de 10 años de prisión por el homicidio”, señaló Marranzino al concluir su alegato.
El defensor oficial César Picón sostuvo lo contrario al alegar ante el tribunal integrado por las juezas Juana Juárez; Stella Maris Arce y Marta Cavalloti. Y, además de remarcar que la pelea se produjo en los términos de una legítima defensa, sostuvo que la reacción de su defendida (Lobo Juárez) fue producto de años de haber sido víctima, tanto ellas como sus hijas, de una grave situación de violencia de género. Según la causa la noche del crimen la víctima intentaba golpear a una de las hijas de Lobo Juárez con quien había iniciado una relación cuando la joven tenía sólo 15 años. Y para establecer este vínculo Navarro dejó a otra hija de la homicida que, en ese momento, tenía 30 años. El defensor de Navarro, José del Río, adhirió al alegato del fiscal y su cliente quedó libre al término del juicio.